Dani no tiene la culpa...(el suplente invisible)
Me crié en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires. Esos pequeños pueblos que tanto tienen en común entre si. Un pueblo partido por las vías de Ferrocarril, donde la batalla era entre los de este lado y los del otro lado del pueblo. Se llama Arroyo Dulce y guardo muchos recuerdos de los 17 años que viví ahí. Disfrute mucho de esa etapa, pero debo confesar que también hubo algún sufrimiento. En este caso me voy a referir no a un sufrimiento, sino mas bien a una frustración. En los pueblos jugar a la pelota era obligación. Lo hacíamos todos los días, de lunes a viernes en la cancha “grande” del club social y deportivo Arroyo Dulce, los sábados era al mediodía y venían los mas grandes, que en la semana laburaban, con las dificultades que ocasionaba jugar al futbol en esa época. ¡La primera era la pelota…Que pedazo de tema! Había una sola en toda la zona. Y era del Chimango, cuyo apodo no se de donde venía. Supongo que de su cara aerodinámica. Era fastidioso y de enojo fácil. L